Una adaptación de este cuento fue publicada en un libro para Escuela Elemental "Sueños y Palabras" de Puerto Rico; también he podido comprobar en Internet que ha sido adaptado a teatro e interpretado en varias funciones de distintos colegios infantiles, gracias !!!
En lo más profundo del mar vive una familia de besugos formada por Papá Besugo, Mamá Besugo, Benjamín y Pescadito; Benjamín es aún un bebé y apenas sabe nadar, pero Pescadito ha cumplido ya cuatro años y pronto irá a la escuela.
·
Pescadito - decía mamá besugo - la semana que
viene empezarás a ir a la escuela como los demás pececitos de tu edad.
·
¡Pero si yo no necesito ir a la escuela mamá!,
aprendo mucho más cuando me voy a nadar con el abuelo.
·
Ya sé que aprendes muchas cosas con el abuelo,
pero en la clase te enseñarán muchas más y así podrás pronto ser un pez mayor.
Pescadito
no parecía estar muy convencido, pero si su mamá se lo había dicho tendría que
obedecer.
El lunes siguiente, mamá besugo despertó a Pescadito mucho más temprano
que otros días.
·
¿Por qué me despiertas tan pronto…? Aún no ha
salido el sol.
·
Ya lo sé, pero hoy es tu primer día de escuela y
tienes que ir bien arreglado para que la maestra no piense que eres un pececito
descuidado.
Después de vestirse, peinarse y tomar un sabroso desayuno, Pescadito inició
su camino.
·
¡Buenos días pequeño! - saludó la maestra -
siéntate ahí, junto a la Pequeña Ostra.
La
clase había comenzado, Pescadito no prestaba demasiada atención y se dedicaba a
hablar con su nueva amiga.
·
Yo no necesito estudiar, ya sé todo lo que hay que
saber sobre el mar, mi abuelo me lo ha enseñado.
·
Entonces… ¿qué haces aquí? - preguntó la Ostra.
·
Es que mi mamá me lo ha mandado, pero…. creo que
la voy a engañar y mañana en lugar de venir a la escuela me iré en busca de
aventuras.
·
No debes hacer eso, te podrías perder.
·
Yo no me
pierdo, soy muy listo - dijo Pescadito.
·
Y cuando la
maestra pase lista y pregunte por ti, ¿qué le voy a decir?
·
Tú le dices que no sabes nada.
Tal
y como había dicho Pescadito, a la mañana siguiente cuando se despidió de su
mamá se fue por el camino contrario al de la escuela en busca de aventuras.
Después
de nadar un buen rato, el pequeño se sintió cansado y decidió hacer un alto en
el camino.
·
Descansaré aquí sobre esta Estrella de Mar que está
dormida, espero que no le moleste.
Pero
cuando la estrella se despertó…
·
¿Qué haces aquí, acaso has pensado que soy una cama?
·
Lo siento mucho señora estrella pero pensé que como
estaba dormida no le importaría.
·
¡Pues claro que me importa, vamos, vete de aquí
ahora mismo!
La
primera parada de Pescadito no había sido muy afortunada, así que decidió
intentar descansar en otro lugar.
·
A ver si encuentro un sitio cómodo donde
descansar, tal vez un Caballito de Mar que me deje sentarme en su lomo…
Pero
como el pobre pececito no encontró ningún Caballito de Mar ni ningún otro sitio
apropiado para descansar decidió volver a casa.
La
vuelta se le estaba haciendo demasiado larga, no recordaba haber nadado tanto,
¿se habría equivocado de camino…?
·
Me parece que me he perdido - se lamentaba
Pescadito - eso me pasa por escaparme y desobedecer a mamá, ¿qué voy a hacer
ahora?
Nuestro
pequeño amiguito estaba muy asustado, no sabía volver a casa y por allí no
había nadie a quien pedir ayuda.
Por
fin llegó al final del camino y se encontró con la entrada de una cueva.
·
¿Qué habrá en esta cueva?; tal vez sea un túnel….
Pero
Pescadito estaba equivocado, no se trataba de un túnel, sino de una verdadera
cueva donde habitaban algunos de los peces más temidos del fondo del mar.
· Esto está muy oscuro,
pero no importa, no tendré miedo, seguiré nadando hasta llegar al final y
encontrar la salida.
·
No encontrarás la
salida - dijo un enorme pez negro que pasaba por allí - nunca más podrás salir
de aquí.
·
¿Quién eres? - preguntó
Pescadito un tanto asustado.
·
Soy un Bonito Negro, y
llevo aquí ya muchos años, un día entré aquí igual que tú, y todavía no he
conseguido encontrar la salida.
·
Pero podemos dar la
vuelta y salir por donde entramos.
·
No podrás, la corriente
no te deja nadar hasta la salida, una vez que has entrado ya no puedes volver
atrás.
·
Pero si sigues nadando
llegarás a alguna parte...
·
Claro que sí, pero no
debes llegar nunca, te encontrarías con el palacio del Gran Tiburón.
·
¿El Gran Tiburón...?
·
Sí, vive allí desde
hace mucho tiempo y no permite que nadie se acerque. Además, a lo largo del
camino hay guardianes malvados que intentarán capturarte.
·
No me importa -
contestó Pescadito - mi abuelo dice que soy muy valiente, y por eso no tendré
miedo del Gran Tiburón.
·
Como quieras - contestó
el Bonito - pero ve con mucho cuidado.
·
No te preocupes Bonito,
no me pasará nada, y no te marches muy lejos porque cuando encuentre la salida
volveré a buscarte.
Pescadito
emprendió el camino en busca de la salida convencido de que sería como jugar al
escondite, pero según iba nadando, la cueva se iba haciendo más estrecha y
oscura.
El
pequeño empezó a sentir miedo, y decidió coger un trocito de roca de coral por
si acaso necesitaba defenderse.
Pasado
un buen rato, Pescadito detuvo la marcha.
·
¡Uf..., estoy muy
cansado!, este camino es muy largo, espero llegar a casa antes de cenar para
que mamá no se entere de que no he ido a la escuela.
Tan
cansado estaba Pescadito que se quedó dormido, pero no le duró mucho el sueño
porque fue despertado por unos ruidos muy extraños.
·
¿Será el Gran Tiburón
quien hace esos ruidos...? Me esconderé por si acaso.
Pero
antes de que le diera tiempo a esconderse, fue atacado por un enorme Pulpo.
·
¡Suéltame..! - gritaba
Pescadito - Déjame seguir mi camino.

Los
tentáculos del Pulpo empezaban a ahogar a Pescadito, tenía que intentar hacer
algo para salvarse, ¿pero qué...?, fue entonces cuando se acordó de la piedra
de coral que había cogido. La sacó de su cartera y se la metió al Pulpo en la
boca; éste, como si se hubiera tragado una aceituna, empezó a toser y al
quedarse sin fuerzas soltó a Pescadito, que salió nadando a toda velocidad para
esconderse entre unos matorrales de algas.
·
¡Qué susto, casi me
ahoga! Menos mal que he conseguido escapar, pero de momento voy a quedarme aquí
escondido hasta que se marche el Pulpo.
Pasado
un ratito, el pececillo decidió salir de su refugio y continuar la marcha.
·
Estoy teniendo mucha
suerte, espero no volverme a encontrar con ningún guardián más.
Pero
lo que no sabía nuestro amigo es que se estaba acercando al final del camino.
·
Allí se ve luz,
seguramente es la salida, pero de todas formas andaré con cuidado por si se
trata de una trampa.

· Por fin encontré la
salida - exclamó el joven besuguito - ya puedo salir de este horrible lugar.
Sin
pensárselo dos veces Pescadito cogió la llave y empezó a nadar hacia la salida,
pero cuando casi había llegado, apareció el gran tiburón.
·
Nunca podrás salir de
aquí - dijo el tiburón.
·
Claro que sí, si he
conseguido llegar hasta aquí, conseguiré salir.
·
Nadie ha podido hacerlo
hasta ahora.
Pescadito
estaba muy asustado, ya no se sentía tan valiente como otras veces. No sabía
que hacer, tan solo podía intentar escapar, pero cuando lo intentó, el Gran
Tiburón le atacó ferozmente hiriéndole en una de sus aletas y lanzándole contra
una roca.

· Debí enfrentarme con el
hace tiempo, pero nunca tuve valor, ahora podremos salir todos de aquí y volver
a ser libres.
·
Eres muy valiente
Bonito, me gustaría ser como tú cuando sea mayor.
·
¡Pero si tu dices que
ya eres mayor!
· Si, pero estaba
equivocado; mi mamá tenía razón, debo ir a la escuela como los demás pececitos
para aprender muchas cosas que todavía no sé.
Por
fin Pescadito se convenció de que debía obedecer a su mamá, y como había
decidido ser bueno, le contó a su madre todo lo que le había pasado cuando
llegó a casa a la hora de cenar.
Fin
© Beatriz López Puertas (Los cuentos de Ponteté)
Tus comentarios y sugerencias ayudan a mantener este sitio... gracias !!! pontete@gmail.com
Tus comentarios y sugerencias ayudan a mantener este sitio... gracias !!! pontete@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario